Categoría: Reflexión cristiana
Descripción: Un recordatorio para fortalecer la fe de los creyentes cristianos fundamentalistas.
Recuerdo cuando aquel joven, que apenas me conocía, me habló palabras que quizás él no sabía venían del Espíritu, así como Pedro le habló palabras a Jesús, de forma tan natural, que tampoco se percató que venían del Espíritu (Mt 16:17). Y me dijo: “aunque veas que todos los demás sean diferentes, tú no cambies”.
Ya Dios me había hablado estas palabras un tiempo antes de que se cumplieran mientras estudié lejos de mi tierra natal. El Señor siempre se encargó de confirmar, vez tras vez, que la doctrina que yo había recibido venía de Él. Sí, la doctrina cristiana fundamentalista.
Creer y servir a Dios así ha significado que mis hermanos creyentes y yo siempre hemos sido minoría dentro de los grupos que se llaman cristianos.
Algunos nos llaman conservadores (y lo somos); otros nos llaman extremistas y dicen que nuestras doctrinas tocante a la santidad del ser están plagadas de dogmas humanos. Diferimos.
Sé que muchos creyentes fundamentalistas no pueden probar su fe, porque no la conocen o no la han estudiado, o no han tenido quién les enseñe. Pero nosotros hemos tenido un buen maestro, la ayuda del Espíritu, y el acceso a la Biblia. O sea, hay muchos como yo, como nosotros, que hacemos lo que hacemos y vivimos como vivimos, por convicción; y testificamos, por experiencia personal, que lo que hemos creído lo hemos recibido de Dios.
Yo creo, y mis hermanos creen, que en medio de un mundo lleno de pecado, de apostasía y de libertinaje, se puede vivir en santidad. Y obviando definiciones complejas, solo diré que la santidad es un estilo de vida; se vive de forma separada del mundo en conducta y fe, procurando el acercamiento a Dios diariamente, aunque esto muchas veces signifique sacrificio y abnegación.
Por esta forma de ver la santidad, los que son como yo nos abstenemos de participar en actividades que otros ven como normales y comunes. Por ejemplo, algo tan sencillo como que no participamos en las fiestas de disfraces en Halloween (o la llamada fiesta de brujas que se celebra en octubre). Tampoco vamos a la playa, y muchos de nosotros tampoco vamos al cine.
Ciertamente hay muchos extremistas reales que llevan esto a otro nivel, cuyas prohibiciones son ley y las consecuencias por no cumplirla son más bien restricciones a la libertad, opresión y abuso emocional. Hay muchas sectas y cultos peligrosos y abusivos, que insultan a Dios al llamarse cristianos. Pero no somos de esos.
De hecho, es todo lo contrario. Creemos que el servicio a Dios tiene que ser totalmente voluntario. Creemos que a Dios se le sirve con amor, y el amor de Dios en retribución trae gozo y paz. Y que el que dice que ama a Dios debe poder demostrarlo amando a su prójimo. Creemos que a Dios se le sirve con el entendimiento, no por manipulaciones perversas.
En cuanto a la fe, en mi familia hay de todo… Aun dentro del grupo donde nos congregamos, hay diversidad de opiniones. Pero la exhortación siempre es la misma: a Dios se le sirve de manera voluntaria y por amor.
Habiendo dicho esto, ahora me dirijo a aquellos que fundamentan su fe en la Palabra: saben que a la Iglesia se le llama la Esposa del Cordero (ej. Ap 22:17). Y que a una esposa, antes de la boda, se le llama novia. Así pues, la Novia del Cordero que es hoy la Iglesia, es el cuerpo místico de Cristo. Estamos estratégicamente distribuidos por el Señor en cada rincón del mundo esperando el regreso de Jesús en las nubes.
Si a veces usted siente, como Novia de Cristo, que está sola en su fe esperando al Maestro, sepa que no lo está. El profeta Elías, abrumado por los ataques, también pensaba que estaba solo, y peor aún, que estaba pronto a perecer por mano de Jezabel. Pero el Señor le respondió, entre otras cosas, que no estaba solo, que Él haría quedar siete mil creyentes como este profeta, cuyas rodillas no se doblarían ante los ídolos (cf. 1 R 19:3-18). De igual forma, Dios se ha reservado una Novia santa, compuesta de hombres y mujeres alrededor del mundo que no doblan sus rodillas ante los ídolos.
Y como me dijo el joven que les mencioné al principio, hagan ustedes igual: no cambien, aunque vean que todos alrededor suyo sean distintos. No cambien, aunque otros creyentes de otras congregaciones obren de forma diferente a lo que usted aprendió de Cristo y su Palabra.
Hay tres cosas fundamentales que puede recordar para fortalecer su fe:
- Sin santidad, nadie verá al Señor (cf. Hb 12:14)
- Que el que dice que permanece en Cristo, debe andar como Él anduvo (cf. 1 Jn 2:6)
- Que no es echar fuera demonios, ni sanar enfermos, ni hacer milagros lo que asegura la salvación, sino solo el que se haga la voluntad del Padre (Mt 7:21)
No está solo ni sola en su fe. Somos más. Y juntos estamos esperando al Señor. Si no nos lográramos conocer en la tierra, sepa que en el cielo sí nos veremos, y compartiremos las experiencias que vivimos aquí pagando el precio por ser diferentes (cf. Jn 17:14-16).
Dios le bendiga.