Qué hermoso es abrir los ojos en la mañana y sentirme protegida, segura. Despertar sabiendo que tengo un Padre en los cielos que cuida de mí en la tierra. Saber que soy de Él.
No tengo más palabras para describir esta experiencia, la cual no es exclusiva para mí, sino común para todos los que tienen a Dios por Padre y meditan en Él.