Es conocido que muchas personas con autismo (TEA) son bien literales al hablar y al interpretar lo que escuchan. NIH no es la excepción.
Desde que aprendió las etapas del crecimiento, se clasifica a sí mismo y a los demás de acuerdo a la etapa en que él cree que están. Por un tiempo señalaba a las personas mayores y en voz alta (a veces, demasiado alta) decía con emoción: ¡es un anciano! Sí, a quien fuera y donde fuera. Usted se imaginará…
Al menos se escucha lindo diciendo con ternura: es un bebé. O: ese es un niño muy lindo.
Pues, nuestro bebé ha crecido, ya no quiere que le digamos niño. ¡Pero se nos olvida! Cotidianamente hablamos de él o con él, refiriéndonos al niño. Así que cada rato nos corrige: “Yo no soy un niño, ¡soy un juvenil!” No es que se ofenda, es que para él es incorrecto.
Si él supiera… Con autismo o sin autismo, él siempre seguirá siendo nuestro Niño Hermoso.