
Miramos la casa y pensamos: es mía. Miramos los hijos y nos decimos: son míos. Contemplamos el clóset, encendemos el carro, pagamos por los alimentos para llenar la alacena; y nos repetimos: todo esto es mío.
Y evitamos pensar que en un día lo podríamos perder todo; quizás por un incendio, una inundación, un temblor de tierra, o tal vez un huracán. Tanto que podría pasar… Hasta el mismo pasar del tiempo, sin otro agravante, podría demacrar lo que tenemos por valioso. En la tierra, el ladrón hurta y el orín corrompe (cf. Mt. 6:19); por más que guardemos un tesoro, siempre hay posibilidad de perderlo.
¡Dios bendiga al que tiene y sobre lo que tiene le añada más! Mas, el que vive en estrechez y “abunda en carencias”, consuélese en que también puede poseer algo que podemos llamar eterno.
Sí, podemos acumular un tesoro incorruptible. Y podemos amar a alguien a quien nunca diremos adiós. Podemos decir: mi Amado es mío y yo soy de Él.
Podemos desear tener más y más de Él sin caer en la avaricia. Podemos tener hambre de Él y un día ser saciados.
Podríamos perderlo todo aquí, como desde el tiempo antiguo a muchos ha pasado (por ejemplo: Job el rico y Lázaro el leproso), y todavía pasa hoy. Pero jamás, jamás, jamás perderemos el lazo de amor que nos une a Cristo, con hilos de sangre de un pacto eterno.
Pasajes bíblicos de referencia para meditar (RVR 1960)
- Mateo 6:19-20: (Lc. 12.32-34) “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan.”
- Lucas 12:19-21: “Y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios.”
- Cantares 2:16: “Mi amado es mío, y yo suya; Él apacienta entre lirios.”
- Lucas 6:21,25: “Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis. […] ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados! porque tendréis hambre. ¡Ay de vosotros, los que ahora reís! porque lamentaréis y lloraréis.”
- Job 19:25-26: “Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios”.
- Romanos 8:35,38-39: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? […] Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.