Categoría: Reflexiones Cristianas
Lecturas bíblicas recomendadas: 1 Reyes 22, Deuteronomio 13, y 18:18-22
A raíz de tantos eventos que sacuden en especial a la nación americana, he considerado compartir con ustedes el tema de la profecía.
Formo parte de la Iglesia que cree que estamos viviendo días muy cercanos al regreso de Jesucristo. Entre las profecías correspondientes a este tiempo, vemos que aumenta la ciencia, como también las enfermedades, los fenómenos naturales catastróficos, cambios políticos violentos, entre otros eventos.
Aunque no me sorprende cuando estas cosas ocurren, sí me entristezco con los hermanos que sufren y me alegro con los que se levantan. A la vez, siento un profundo celo por la Palabra, y me enardezco cuando es manipulada para engañar; entonces, me veo con el deber ministerial de recordar lo que dice la Biblia a los quieran escuchar, no para convencer a los que difieran de mí, sino para fortalecer la fe de los que luchan por mantenerse firmes en la verdad que ya han aceptado.
Qué es una profecía
Ocurre cuando una persona comunica eventos o situaciones distantes o futuros, por inspiración espiritual. Esta fuente espiritual puede ser divina o demoniaca. En este segundo caso, puesto que los espíritus no conocen el futuro, utilizan diferentes medios para provocar lo predicho.
Entre creyentes, la profecía se manifiesta como don o regalo de parte del Señor. Y no es por voluntad propia, sino, conforme el Espíritu Santo lo desee manifestar.
El propósito del don de profecía
El don de profecía, como todos los demás, sirve para el provecho y edificación de la iglesia. Sobre este don en particular, el apóstol Pablo escribió: “el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación” (1 Corintios 14:13, RVR 1960).
El profeta que habla de parte de Dios
Es sencillo: un profeta ha hablado de parte de Dios cuando se cumple lo que ha dicho. Si no se cumple, Dios no habló.
Vea Deuteronomio 18:21-22 (RVR 1960, énfasis añadido):
Y si dijeres en tu corazón: ¿Cómo conoceremos la palabra que Jehová no ha hablado?;
si el profeta hablare en nombre de Jehová, y no se cumpliere lo que dijo, ni aconteciere, es palabra que Jehová no ha hablado; con presunción la habló el tal profeta; no tengas temor de él.
¿Puede alguien hablar falsamente en nombre de Dios, y cumplirse lo que dice?
Vea Deuteronomio 13:1-3 (RVR 1960, énfasis añadido):
Cuando se levantare en medio de ti profeta, o soñador de sueños, y te anunciare señal o prodigios,
y si se cumpliere la señal o prodigio que él te anunció, diciendo: Vamos en pos de dioses ajenos, que no conociste, y sirvámosles;
no darás oído a las palabras de tal profeta, ni al tal soñador de sueños; porque Jehová vuestro Dios os está probando, para saber si amáis a Jehová vuestro Dios con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma.
Note algo demasiado importante en este contexto: la falsa profecia dada como ejemplo en la lectura, tiene como fin la idolatría. Entendamos entonces, la profecía que no es de Dios tiene como objetivo el que se infrinja de alguna manera la voluntad divina.
Reiterando, si una profecía tiene como fin que hagamos algo que ya sabemos que está en contra de los principios bíblicos, esta profecía no es de Dios verdaderamente. Recordemos las palabras de Pablo: la profecía es para la edificación, exhortación y consolación de la iglesia; no para confusión, ni para causar el detrimento del testimonio de la iglesia.
La responsabilidad de los líderes
Es el deber de los pastores y líderes religiosos asegurarse que la fuente de sus profecías es el Espíritu Santo. El probar los espíritus para saber si son de Dios o no, no es un lujo; es un deber (cf. 1 Juan 4:1-3).
Tristemente, vivimos tiempos como los del profeta Micaías, en que los profetas de Jehová no son escuchados, pero la multitud de los profetas que hacen señales en nombre de Jehová, pero que profetizan mentira, esos sí son atendidos. (vea 1 Reyes 22)
El don de discernimiento de espíritus
Este don permite que sepamos la diferencia entre lo que es una manifestación del Espíritu Santo y una manifestación demoníaca. Sería bueno que más cristianos lo pidieran y lo usaran con valentía.
Esta gracia divina ha servido grandemente en el ministerio de mi papá, como pastor, Desde pequeña he visto cómo se echan fuera demonios, no tanto de personas incrédulas, sino de personas cristianas (como el pan para los hijos de Dios, cf. Mt. 15:25-26). He visto demonios profetizar, orar, hablar lenguas, hablar como cualquiera, luchar con fuerza o llorar a toda lágrima.
Los demonios engañan y atan las vidas, impidiéndoles un verdadero encuentro con Jesús. Mis hermanos de la congregación, junto con el pastor, hemos libertado a muchas personas cautivas, en el nombre del Señor, y hemos empezado con nosotros mismos.
Hace falta humildad y verdadero amor hacia Cristo para reconocer que hemos estado viviendo engañados por espíritus viles. Gracias damos a Jesús, quien vino a deshacer las obras del diablo (cf. 1 Juan 3:8); es por Él que hoy podemos dar de gracia, lo que por gracia hemos recibido (cf. Mt. 10:8).
Un llamado especial
En estos días de confusión, es imperativo que se reflexione sobre el por qué somos cristianos, cuál es nuestra meta, y quién es nuestro gran Pastor. En lugar de ser seguidores de líderes, apóstoles o profetas, debemos ser seguidores de Cristo y guardadores de su Palabra.
En lugar de seguir profecías de hombres, libros de doctores y doctrinas de prosperidad o señales prodigiosas, debemos ser seguidores de Uno solo, del Señor de la Iglesia, a quien le debemos la vida, si es que en verdad le hemos recibido como Señor y Salvador.
¡Gracias por leer aquí una vez más! Hasta la próxima.
Lamentablemente muchos pastores sólo dicen lo que el pueblo quiere oir y lo que es peor, el pueblo sólo quiere escuchar lo que le endulza el oído, https://roperoaventuras.com/2021/02/18/la-falacia-del-pare-de-sufrir-o-evangelio-de-la-prosperidad/