Categoría: Reflexión Cristiana
Resumen: Mientras los ateos observen que los llamados cristianos actúan con fanatismo o que predican sin autoridad moral, o que el evangelio es un ideal sin verdadero poder que lo respalde, se les va a hacer más difícil creer que existe Dios. Pero si Dios mismo se les revela, entonces nacerá en ellos la esperanza bienaventurada.
Todavía yo cursaba la escuela superior. Ese día escuché a una amiga contarme sobre el maltrato físico y verbal al que su papá le sometía. Me horrorizaba la idea de que ella regresara a su casa, pero ella no veía otro remedio; decía que estaba acostumbrada, que iba a estar bien.
Yo no podía esperar llegar a la mía sin desahogarme, así que llamé desde un teléfono público cerca de la escuela. Uno de mis hermanos cogió la llamada. E inmersa en lágrimas y sollozos le decía: “ella no sabe que Dios es real”. Pues, mi razonamiento era: “Dios es real, Dios la puede consolar y proteger. Yo no sé qué hacer ni cómo ayudarla. ¡Pero Dios sí! Si tan sólo pudiera creer en Dios…” A esa temprana edad, yo no podía comprender cómo alguien podía negar la realidad y cercanía de Dios.
Para mí era fácil creer en Dios porque lo había “visto” obrar desde pequeña: contestando oraciones, haciendo milagros, echando fuera espíritus malos de las personas, proveyendo milagrosamente para nuestra familia, etcétera. Y en el peor momento de mi vida, ese Dios que había visto obrar en otros, se me presentó como mi Salvador personal.
Pero ahora puedo entender que para otros el creer en Dios es simplemente inimaginable. ¿Cómo es posible que pueda coexistir un Dios tan bueno, junto con el maltrato, el sufrimiento, la injusticia y la maldad en este mundo? Además, el libro principal que nos presenta a Dios está lleno de lagunas e intervenciones humanas; no importa cuánto se estudie la Biblia y su historia, siempre hará falta <<FE>> para creer en ella como un libro sagrado y perfecto, y <<FE>> para creer en el Dios que este libro describe.
Hay tantas preguntas sobre Dios y este Camino. No vale la pena perder el tiempo auscultando respuestas. ¿O sí? Si nuestra creencia es el resultado de “creer por necesidad”, si después de esta vida no hay cielo ni hay infierno; si en verdad Cristo no era el Hijo de Dios, si Él no murió y resucitó, entonces, somos los más dignos de conmiseración y ciertamente vana es nuestra fe.
Pero si es verdad que Dios es real y tiene un propósito con cada ser humano, entonces debe valer la pena el esfuerzo; vale la pena buscar respuestas para las preguntas más esenciales de nuestra vida. ¿Es Dios real? ¿Qué quiere de mí?
Los que no creen en Dios no van a ser convencidos de lo contrario, a menos que Dios mismo se les presente. Si bien es cierto que los que se acercan a Dios deben creer que le hay y que galardona a los que le buscan (cf. Hebreos 11:6), también es cierto que para que crean, alguien les tiene que predicar sobre Él (cf. Romanos 10:14-15). Y la manera más efectiva de predicar es por testimonio, no por historias ni conocimiento humano. Como lo hacía Pablo: “ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder” (1 Corintios 2:4, RVR 1960).
Dice el escritor de los Hebreos que oír el mensaje de Dios no es provechoso si el oyente no tiene fe (cf. Hebreos 4:2). Es cierto; pero en ese tiempo el mundo espiritual no les era tan oculto. Aunque hoy en día no hay menos religiones ni diversidad de creencias, lo que sí escasea más (al menos en el mundo al que yo tengo acceso), es la existencia de cristianos verdaderos, como Pablo, Pedro, Juan y los demás apóstoles. Los ateos carecen de fe cuando escuchan, pero una de las muchas razones podría ser lo que han visto (o dejado de ver) en aquellos que sí dicen creer en Dios, porque se comportan como si Él fuera una filosofía de vida más, en vez de un Ser con personalidad, amor y poder.
El cristianismo proliferado es uno de muchas caras, con más divisiones de las que se puedan contar… Que si el evangelio de la prosperidad, el de la sanidad y el de restauración, el de las familias, el patriota… Está el crisitano liberal, el conservador, el legalista, el fundamentalista… Usan el mismo libro: la Biblia. Todos describen a Dios, pero no de la misma forma.
Observadores, los ateos se reafirman en su convicción: Dios no existe, y ese libro aunque interesante, no es sagrado ni perfecto. Por eso digo que a menos que Dios mismo se les presente, no van a creer en Él.
¿Cómo Dios mismo se le revela a alguien que no quiere creer en Él? De esto hablaremos en la próxima ocasión.
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