
Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor.
Mateo 20:26 (RVR 1960)
Tener ministerio en el Señor no significa ser grande, ni mejor que los demás. Al contrario, aceptar tener ministerio, es equivalente a aceptar ser derramado en favor de los hermanos.
Es más, lo más propio en vez de “tener ministerio”, sería decir: “servir en el ministerio”, puesto que, por definición dentro del contexto cristiano, ministrar es servir. Y tener ministerio, es tener la responsabilidad de servir continuamente en el área en que ha sido llamado por Dios.
Quien anhela ministerio, buena cosa desea. Pero que entienda que ejercer cualquier ministerio requiere vocación, llamado genuino, amor; requiere esfuerzo, sacrificio, pasión, oración y dedicación. Sobre todas las cosas, requiere la bendición y la llenura del Señor de la Iglesia: el Espíritu Santo; pues cuando servimos, atendemos a la grey que Él ha consagrado para sí, damos de beber y curamos la herida de los hijos del Padre. Por eso, ¿cómo podremos hacerlo bien sin la ayuda del que conoce los corazones y las necesidades de las criaturas que formó?
El mayor ejemplo de servicio lo tenemos en Cristo:
Como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.
Mateo 20:28 (RVR 1960)
Entre los creyentes, la grandeza se mide en servicio, en humildad, en entrega… Por eso no hay uno mayor que el Señor, quien siendo el Dios Soberano se humilló al punto de tomar forma de hombre, se hizo servidor, y quien también se entregó hasta la muerte degradante de la cruz.
Por esto, no comprendo la avaricia y la rapacidad de muchos, que comienzan sirviendo a otros y terminan sirviéndose a sí mismos. Que comienzan agradecidos por lo que han recibido del Padre, y luego lo dan a precio. “El obrero es digno de su salario”, dicen, y se olvidan de “a los pobres les es anunciado el evangelio” (señal del verdadero evangelismo, cf. Mateo 7:22).
Se convierten en lobos, exigiendo ganancia por lo que a ellos les vino de gratis, y cobran por el esfuerzo y tiempo invertido; olvidándose así de la definición de ministerio: ¡llamado de Dios a servir! El esfuerzo y el sacrificio son parte de nuestro formón y de nuestro llamado. El tiempo de dar por gracia lo que por gracia recibimos no caduca. A Dios le darán cuenta.
Preparemos nuestras vidas para el ministerio al que Dios nos llame. Ejerzamos nuestra labor. Usemos los dones de Dios con la dirección y sabiduría del Señor. Y que nunca se nos olvide que el que quiera ser grande, será el servidor.