Un buen consejo

Categoría: Reflexiones Cristianas

BOSQUEJO

Un buen consejo

Una vida conforme

Un enemigo llamado Pecado

Un aliado llamado Perfección

La meta del cristiano (La meta, Dirección, Ancla)

Un mismo sentir

Un buen consejo

Los padres y maestros exhortan a los niños a no conformarse, más bien, fijarse metas altas, aunque alcanzables, y a luchar por ellas decididamente.

El mismo consejo podemos seguir los cristianos. Si un cristiano no se fija metas espirituales, si no lucha por alcanzar la perfección que Dios exige, podría hasta perder su mayor tesoro.

Una vida conforme

Vivir con conformismo es vivir adaptándose a cualquier circunstancia que se nos presente, sin ser nosotros agentes emprendedores de cambio. Lo que esté pasando, lo aceptamos, y nos moldeamos nosotros para sobrevivir así. Sin preguntarnos: ¿hay algo que yo pueda hacer para que cambie mi estilo de vida? ¿Puedo hoy contribuir para que mi futuro sea diferente?

Rechazar el conformismo requiere valentía. Pensar en un futuro diferente y mejor requiere poseer un deseo vehemente y estimulador. Y, comenzar a cambiar requiere esfuerzo.

Estos tres son promotores del cambio para unos, pero detractores para otros: valentía, deseo y esfuerzo.

Un enemigo llamado Pecado

El pecado es como un enemigo digno. Hay que reconocerlo y estudiarlo para poder vencerlo. Si negamos su existencia, tantas veces disfrazada como una juguetona “zorra pequeña”, crecerá hasta echar a perder nuestro valioso campo que es la relación con Dios (cf. Cant. 2:15).

Por horrendo que sea descubrirlo, es necesario hacerlo, si queremos deshacernos de las capas de conformismo que el sistema ha puesto sobre nuestras vidas.

Un aliado llamado Perfección

“Y todos los que somos perfectos”, decía de sí el apóstol Pablo (cf. Fil. 3:15). Cuando segundos atrás había dicho: “ni que ya sea perfecto” (cf. Fil. 3:12). Infiriéndose del contexto que la perfección es un camino y una meta. Es: un estilo de vida que se alcanza permaneciendo en Cristo, hasta alcanzarlo a Él.

El decir “nadie es perfecto” ya no debe ser una justificación para hacer lo malo, o una excusa para conformarse con la mediocridad o con algo menor de lo que podemos ser. Pues, para Pablo, no haber alcanzado la perfección era lo mismo que alcanzarla, si permanecía con su mirada fija en la meta, y sus pies firmes caminando hacia ella.

La meta del cristiano

“Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos” (Filipenses 3:13-15).

La meta nuestra ofrece dirección y también nos sirve de ancla.

La meta. Nuestra meta es “el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”, o sea, la promesa de vida eterna para aquellos que aceptan el evangelio de Cristo. No hay mayor premio o recompensa para nuestra abnegación, rendición a Dios y servicio, que el finalmente vivir en las moradas celestiales junto al Dador de la vida y Autor de nuestra salvación.

Dirección. Como lámpara, la Palabra alumbra el camino, y la dirección es “hacia arriba, donde está Dios” (cf. Col. 3:1-2). Y desde aquí, miramos lo que está de frente: sus promesas, su victoria, la Patria celestial, nuestro Salvador a la diestra del Padre… Y vamos caminando con firmeza y constancia, olvidando lo que dejamos atrás: los afanes, la vieja vida, los pecados pasados…

Ancla. Nada, nada de lo que ofrezcan el diablo, el mundo y la carne, nos desviarán la mirada de la meta, la cual está atada al galardón. Nuestro corazón está allá, y ningún viento podrá mover nuestra barca del lugar donde permanecemos en Cristo. Esto era una realidad para Pablo, quien inspirado en el Espíritu también dijo:

“Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos 8:38-39)

Un mismo sentir

“Sigamos una misma regla, sintamos una misma cosa” (Efesios 3:16b).

Todos nos podemos beneficiar del tener metas, no importa nuestra edad. Y los cristianos, si consideramos los beneficios de anclar nuestra mirada en las cosas venideras no perecederas, más aún, porque viviremos conforme a la fe que profesamos.

Nuestras vidas deben estar libres de pecado, ni grandes ni pequeños; nuestro testimonio debe ser limpio, no solamente entre los que comparten nuestra fe, sino también entre los de afuera.

Y todos los que servimos a Dios, de verdad, se supone que vivamos conforme a una misma regla. No es la primera vez que en las Escrituras se nos enseña esto, pues es una constante a través de la Biblia y es también una distinción del pueblo de Dios.

Por lo tanto, esta es la exhortación a todos aquellos cuyos corazones son guiados por el Espíritu: vivamos conforme a la regla del Señor, viviendo de la única manera en que lograremos ver Su rostro. Vivamos con nuestra mirada fija en la Meta. Así sea.

Muchas gracias por su visita. Hasta la próxima.

About Enid

Escribo sobre dos mesas de trabajo: historias de mi sobrino con autismo, y reflexiones sobre lo que es ser cristiano. No soy experta, pero comparto lo que a NIH le hace feliz, y lo que a mí me apasiona sobre mi Señor.
This entry was posted in Reflexiones and tagged , , , , , , , . Bookmark the permalink.

Comentarios / Leave a Reply

Fill in your details below or click an icon to log in:

WordPress.com Logo

You are commenting using your WordPress.com account. Log Out /  Change )

Twitter picture

You are commenting using your Twitter account. Log Out /  Change )

Facebook photo

You are commenting using your Facebook account. Log Out /  Change )

Connecting to %s

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.