Categoría: Reflexiones Cristianas
Lecturas sugeridas: Hebreos 12:11, 1 Juan 4:18
Un niño se escondió tan pronto cometió la travesura. Y no habló palabra hasta que fue confrontado por su padre. Este niño hizo igual que Adán (cf. Gn. 3:9-10). Igual que todos nosotros cuando la conciencia nos acusa de pecado. La respuesta inicial siempre es huir de Dios. Pero no tiene que ser así.
El ser humano huye, pero Dios de todas formas nos llama a cuentas, como hizo con Adán. Como hizo con Caín. Como hizo con Pedro y también con Pablo.
Dios nos llama, no porque desee castigar, sino, desea tener misericordia y restaurarnos; desea corregirnos para que regresemos al camino de su voluntad perfecta (cf. Dn. 9:9, Is. 55:7). Esto se resume diciendo: Dios nos llama porque nos ama.
Así que, en lugar de escondernos, vayamos corriendo al Padre celestial, como el hijo pródigo fue al suyo (cf. Lc. 15:11-24). Vayamos corriendo, con un corazón contrito y humilde, dispuestos a confesar (cf. Sal. 51:17). Porque su deseo no es destruirnos. Él, de seguro nos recibirá con amor y misericordia, y más hoy, por la obra y gracia de Jesucristo (cf. 1 Jn. 2:1).

Imagen con la Reflexión de hoy para compartir en formato .png