¡Saludos una vez más!
En esta ocasión les comparto otra de las cosas que hace nuestro chico con TEA (Autismo) que lo hace muy, muy feliz.
Luego de pasar todo el trabajo del mundo — o el placer más intenso — moldeando la plastilina o jugando con su “slime” favorito, nuestro NIño Hermoso (NIH) pide una de dos cosas:
- Un envase con agua para diluir su obra maestra. Puede estar más de una hora jugando, observando cómo cambia, poco a poco, a un estado líquido o menos denso; entierra sus manos en la babosa y observa cómo se estira y se pierde entre sus dedos arrugados por la humedad.
- Permiso para que [Juguete X] lo destruya, aplastando y “devorando” el animal o híbrido que haya formado. Por supuesto, hay que grabar la escena y subirla luego a Google Photos, para él poder verla una y otra vez, una y otra vez.

Jamás en la vida yo destruiría tan rápido algo que me dio trabajo hacer. Pero para él, diluir o destruir lo que haya formado es su meta, es su recompensa.
Así que, si cumple con los requisitos de la terapia y completa sus tareas, ¿por qué impedirle este placer, que a la vez le sirve de actividad sensorial relajante?
Eso sí, ya no compro “slime” costoso ni sofisticado. Ahora se los preparo en casa, sencillos y abundantes, porque tan pronto los estire un par de veces, voy a escuchar: “Tití, ya está viejo, ¿lo puedo diluir?” Y adiós a la babosa.
Gracias por visitar. ¡Hasta la próxima!
Nota del post: NIH puede pasar el trabajo del mundo moldeando la plastilina… Pero su mayor placer es… ¡su destrucción!